Por Osmar Olivares
La conjugación, entorno-ritmo, imagen y referencia, sirven como precursores del cine del director Wong Kar Wai en claro un tipo de emoción específica en ele espectador: romance, melancolía y soledad.
Nacido en Shangai, China y emigrado a Hong Kong desde temprana edad, Wong Kar Wai ha resultado ser uno de los directores del continente asiático más innovadores de las últimas décadas. El cineasta hongkonés ha sabido explorar un lenguaje basado en el entorno, en el color, la luz de los escenarios y los objetos y formas que lo conforman. La puesta en escena de los personajes adquiere una enérgica vida al situarse en las calles nocturnas de Hong Kong, en pequeñísimos apartamentos desordenados o en pintorescos establecimientos comerciales; pues la estética del cineasta de la mano del director de fotografía Christopher Doyle, con quien ha hecho varios de sus filmes más importantes recrean una seductora atmósfera, rebosante de elegancia y decadencia, propias de las personalidades de los personajes.
La ciudad de Hong Kong ha sido escenario de sus mejores películas:
In The Mood for love (2000)
Chungking express (1994)
2046 (2004)
Fallen angels (1995)
entre otras.
Y es que Wong Kar Wai ha tomado como punto de inspiración el aura que emana dicha metrópolis, el vertiginoso ritmo de vida de una ciudad neoliberal, la diversidad en sus caóticas calles, ha sido contrastado en historias de melancolía, donde se romantiza la nostalgia y tristeza de rupturas sentimentales, la falta de rumbo en la vida o los caprichos del destino El director funde aquella inspiración con una temática pesimista logrando historias sutilmente trágicas que golpean a los opacos protagonistas deseosos por encontrar su lugar en el mundo o derrotados al aceptar una existencia banal y sin esperanza. Es esa quizás una de las mayores cualidades de Wong Kar Wai, enamorar al espectador de la tristeza. Porque aceptémoslo, las vidas destruidas son interesantes; el chico taciturno y solitario atrae, la mujer fuerte y lastimada encanta.
Es a través de largos silencios, la lentitud de la cámara o primeros planos y tenues planos aberrantes coayudados por tomas fijas o en estilizado movimiento que el realizador transmite el ritmo de sus películas sin dejar de lado la banda sonora, que, en muchos casos, difiere culturalmente con el contexto del autor ya que va desde baladas en el idioma chino, alternativo en inglés, hasta tango.
Las historias sin un aparente rumbo fijo recuerdan a un apego a la cotidianidad de la gente común, con ligeras semejanzas a la narrativa de Jim Jarmusch y su visión nihilista de la vida, así como también es la cotidianidad del outsider que encontraríamos en la literatura beat de William S. Burroughs o Jack Kerouac, cuyas vidas de sus personajes dependen tanto de los cigarrillos que no pueden avanzar más de diez minutos sin envolver una habitación con su humo, pues al igual que en otros medios el uso del cigarro, tal como actividades delictivas o la precariedad económica, son símbolo de libertad, pero al mismo tiempo de autodestrucción. Wong Kae Wai ha sabido representar todos estos sentimientos y temas negativos de manera estilizada y bella, sin dejar de lado sus contrapartes, como el amor y la felicidad o hasta un futuro próspero para los personajes de su obra.
Por ello, el director asiático es un artista lleno de contrastes, desde el uso de oscuridad y luz en sus tomas, hasta emocional y culturalmente logrando así no sólo un importante lugar en el cine asiático, sino siendo un referente contemporáneo de la cinematografía.
Chungking Express (1994)/ tráiler
2046 (2004) / Escena de la película.
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